La cincuentena PASCUAL
El calendario litúrgico referente a la PASCUA afirma:
Los 50 días que median entre el domingo de RESURRECCIÓN (9/3) hasta el domingo de PENTECOSTÉS (28/5) se han de celebrar con alegría y jubilo, como si se tratara de un solo único día festivo, como un GRAN DOMINGO.
Tenemos que celebrar la Pascua, que es la gran fiesta cristiana, la madre de todas las fiestas, o dicho sencillamente: LA FIESTA (faite).
La muerte no tuvo la última palabra: Dios resucitó a Jesús y todo se llenó de alegría y esperanza: Muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando nos dio vida nueva
La Fiesta de Pascua no puede quedar en un rito, sino en un talante de ser y de vivir. Esforzarme para que Cristo que es LA VIDA, sea vida en mí y esto quiere decir:
- Ya no hay lugar para la tristeza («los tristes son eternos miopes de las maravillas de Dios»: Bernanos)
- Ya no hay lugar para la desesperanza.
La afirmación «Jesùs ha Resucitado», «CRISTO VIVE» es la parte más esencial -central- de la Iglesia naciente. Esta experiencia: Les transforma y es la que comunican
Esta afirmación solo se hace plenamente verdadera, cuando después de afirmarla revoluciona mi vida personal, es decir, cuando su vida tiene en mi una «potencia transformadora».
Evely afirma que «para un hombre moderno la única resurrección» es haber experimentado que Cristo actúa en mi vida».
Lo importante es que los creyentes nos sintamos responsables depositarios de la energía resucitante de Cristo.
Dice el Papa Francisco en la Exhort. Evangelli gaudium (la alegría del EVANGELIO en el mundo actual (n.01)):
«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejen salvar por ÉL son liberados de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.»
